Un camino sin retorno y lleno de demonios

Cuando el conflicto es diario, en el circulo familiar; cuando los tiempos de paz, tranquilidad y compartir son escasos, por no decir inexistentes, es muy difícil reconstruir la confianza en la relación. 
El pensamiento de abandonar todo es recurrente, el hartazgo empieza a cambiar la voluntad de los protagonistas. En tal situación, cualquier cosa puede suceder, ¡excepto!, exista un gran dominio emocional -inteligencia emocional-, que evite agravar la situación; ya sea con insultos, agresiones físicas, psicológicas o de cualquier otro tipo.

Una de las acciones irreversibles, por ejemplo, son las demandas -sobre todo las maliciosas- que tienen como único fin perjudicar a la ex pareja, es decir, el fin principal es que sufra, tal como la otra persona lo desea o cree necesario. De pronto es la venganza -obviamente disfrazada de justicia- la que se enarbola ante cualquier decisión futura. Teniendo en cuenta que los únicos que lucran con los conflictos son los abogados -lo cual hace complicada la labor de entender por qué son ellos mismos los que efectúan las conciliaciones-.

Una persona es un organismo que dirige su accionar en base a una racionalidad, en el caso de la pareja, son dos racionalidades que deben trabajar de manera mancomunada su situación emocional. La cosa se complica aún más tras el nacimiento del hijo(s). Por tal motivo, de no comprenderse la complejidad de las relaciones, y la importancia de la comunicación en la relación, las consecuencias pueden ser desastrosas, por ello sucede lo mencionado en el primer acápite.
En el caso de tener la intención de entablar un juicio, se debe realizar previamente una conciliación extrajudicial. Cualquier persona que ha estado en esta situación, sabe que tal conciliación es un mero trámite, porque no se busca, realmente, conciliar, sólo es un paso más para el inminente juicio. No hay pericia de parte de los conciliadores, a pesar que existe un Colegio de Conciliadores Extrajudiciales del Perú donde capacitan a dichos abogados para tratar temas de comunicación, y pongo énfasis en esta crítica, puesto que existimos profesionales comunicólogos especializados en tratar estos problemas de incomunicación. Sólo nos queda preguntar ¿Quién capacita a los capacitadores?  -En fin, ése es otro tema-.

Tan difícil e importante es encontrar un punto conciliatorio para evitar el conflicto, aquel que destruye las relaciones sociales, pero parece que algunos creen que es muy sencillo. Es importante reconocer que dentro de un conflicto familiar existen dos organismos heridos emocionalmente, seamos conscientes que esas sensaciones desagradables que hacen sentir el efecto Lucifer, son pasajeras. A veces es tal la ceguera, que cuando uno se da cuenta de lo que hizo, ya es muy tarde.

Volvamos y analicemos la conciliación extra judicial... Vamos a observar que participan organismos extras -abogados- que no están vinculados emocionalmente, de ninguna manera, y su pericia profesional no es buscar el entendimiento, sino todo lo contrario, el conflicto. ¿Quiénes buscan estudiar el entendimiento en las personas? Los psicólogos, psiquiatras, comunicólogos, sociólogos... ¡No abogados!

Y cuando el asunto pasa a judicial ¡Peor!... Estamos hablando de la participación de más organismos; en este caso -como lo menciona Jurgen Habermas en su libro la teoría de la acción comunicativa VOL.II- está la participación omnisciente de un juez -otro abogado más- que decide cuál es la solución, pero sin conocer el problema a fondo, sólo se basa en generalidades o mentiras que esgrimen los abogados por sus defendidos. 

¡Crítica dicha situación! ¡¿Éso es justicia?!

Los problemas de familia no son como los crímenes, la tortura, el robo, el asesinato, la violencia, etc. No son equiparables a dichos delitos; la familia y sus conflictos se deben resolver en los consultorios de comunicación o psicología, según sea el caso, pero jamás en los juzgados.

Entonces, si la conciliación es sólo un trámite y el juicio es insoslayable ¿Qué se puede hacer?

Lamentablemente, el futuro de dicha problemática está en manos de los congresistas, que sólo se han dedicado a establecer normas que separan más a la familia, al individualizarla. Ahora los trámites para las denuncias son sencillos y rápidos, por esa razón existe mucho abuso y coacción en las partes; los niños son palancas para obtener dinero, ya no son fruto del amor.

Ya tenemos el día del niño, el día del padre, el día de la madre, por separado; a nadie le importa el día de la familia. Y con esto no se propone la creación de un día más, sino la reflexión sobre la importancia de dicha unión en la construcción de personas probas, y su respeto institucional.

La importancia de comprender que dichas acciones -como los juicios- está identificar que los únicos perjudicados son los niños, porque al estar en medio del problema, perjudican su buen desarrollo psicológico. Son ellos los únicos que sufren por dichas acciones, que van en contra del entendimiento, las reacciones de los padres, sedientos de venganza, provocan un gran dolor a los niños que deben ser observadores de una guerra horrible entre los dos seres más importantes para ellos -sus padres-.

¡Que manera de legislar la vida de la familia!... En tiempos donde la intolerancia es la característica más importante de la sociedad, nos preocupa. 
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Mensaje de OVO

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