¡Oye tú, te pareces a mí!

Gracias a los estudios de las expresiones faciales, el conocimiento sobre el porqué algunas personas que permanecen por años juntas se parecen, está resuelto. La importancia de las expresiones faciales dentro de las relaciones sociales inicia desde el cambio de  posición vaginal en la fémina. Por esa razón, la posición principal del coito cambia de ser "rostro-espalda" a "rostro-rostro". En ese momento, las expresiones faciales toman una posición preponderante en la relación, es decir, los implicados dejan de ser indiferentes a los gestos del rostro, transformándose en un índice importante para reconocer el sentir de la otra persona. Hoy, el rostro es un reflejo de las emociones, sin que exista alguna duda al respecto.

Si alguien se siente triste, las personas se darán cuenta con tan sólo observar su rostro, al igual que si está alegre o iracundo. Por ello, desarrollamos habilidades para ocultar emociones, como por ejemplo, suplantar expresiones por otras, aquellas que contradigan nuestro verdadero sentir. Una de las expresiones más utilizadas es la sonrisa. Es común utilizarla para suplantar una tristeza, vergüenza o cualquier emoción negativa. Sin embargo, las investigaciones científicas han podido desarrollar técnicas suficientemente eficaces para identificar la falsedad en las expresiones. Sin ánimos de ahondar en el tema, quiero volver a nuestro acápite inicial.
¿Por qué algunas parejas se asemejan? ¿Por qué algunas personas que no tienen ningún tipo de parentesco se parecen? La respuesta, según los estudios sobre las expresiones faciales, es porque las personas que mantienen una relación de largo tiempo adaptan ciertas expresiones de la otra persona en sí mismos, y no se refieren a las expresiones faciales innatas (7 emociones universales). En el caso de las parejas, por ejemplo, sucede que existe una identificación -no necesariamente consciente- de los gestos faciales, los cuales se hacen propios por parte del observador, dando como resultado una semejanza facial entre cónyuges, y no, necesariamente, por ser parientes. 

Lo mismo sucede con el lenguaje corporal, adoptamos los llamados gestos emblemas -aquellos gestos que contienen un significado convencional- de nuestra pareja, porque nos gusta, los aceptamos, nos parecen interesantes o simplemente por repetición. 

Dentro de las conversaciones aparecen numerosos gestos emblemas o manipuladores faciales, que no, necesariamente, son a causa de alguna emoción, tan sólo son producto de la comodidad o incomodidad que se siente respecto al tema.

Hasta el momento -desde la curiosidad de Darwin acerca de la manifestación de las emociones en el rostro humano- se han identificado 7 emociones universales, que son la alegría, la tristeza, la ira, el disgusto, la sorpresa, el miedo y la indiferencia. Los demás son gestos relacionados con la cultura. El último dato que se conoce acerca de las expresiones, en nuestro continente, es que dentro de los países andinos los habitantes utilizan más gestos ilustradores que los norteamericanos y europeos. Lamentablemente, no existen estudios muchos estudios al respecto, en parte se debe a la ausencia de un consenso académico en la carrera de Ciencias de la Comunicación.
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