¿Qué sucede cuando una persona, que participa en una conversación, no desea que otros participen? ¿Qué proceso interno se activa en la mente de dicha persona? ¿Quién no ha tenido la experiencia negativa de ser silenciado por alguien al intentar emitir una opinión?
Si es el caso, se trata de un obstruccionismo comunicativo. Es decir, la persona refuerza su conducta al hablar más fuerte con el fin de no dejar hablar al otro. Simplemente, no desea escucharlo. Ya sea porque no comparte su opinión, no soporta la crítica o no quiere perder el protagonismo en la conversación. En términos referentes a la conducta verbal, se puede decir que la conducta es estimulada por una aversión y reforzada por el éxito de la acción al subir el volumen de la voz para silenciar al agente que intenta expresar ideas contrarias.
Se considera una conducta verbal fuerte cuando las frases son claras, sobre todo si se dicen a gritos; y una conducta verbal débil cuando las frases comienzan claras, pero terminan con menor volumen, casi en murmullos. Dentro del contexto tratado, se podría decir que la conducta fuerte se impone siempre que debilite a la del otro interlocutor.
Hay algunas conductas que señalan que no habrá entendimiento, porque no existe intención por parte de alguno de los participantes por escuchar al otro; se debe recordar que el requisito principal de un proceso comunicativo es el escuchar para comprender; el nivel de atención es la clave para dicha tarea.
Se recomienda reconocer qué emoción siente la otra persona al activar dicha conducta; comprender su razón y objetivo. A veces, los objetivos no son tan complicados de entender, ni tan ofensivos. La comunicación no es una lucha de poder ni de imposiciones "opinativas", es generar entendimiento, pero siempre con intención y voluntad por parte de los interlocutores.
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