Es importante para el ser humano sentirse "parte de", aceptado, querido, y no por razones filosóficas o egocéntricas, sino por razones netamente evolutivas, es otra herencia de nuestros antepasados, aquella sensación devastadora que nos invade siempre que nos rechazan o nos abandonan, de cierta manera, dejando nuestras emociones dentro del grupo de las negativas.
La pregunta es ¿Por qué? ¿Qué parte del cerebro es la que actúa cuando nos sentimos rechazados y cuál es la explicación para ello?
Las relaciones sociales profundas se basan en el intercambio de emociones, que son transmitidas junto con la información relevante y subjetiva. Existen tipos de relación, y roles, dentro de las mismas, pero estos no participan dentro de una conexión real o comunicación. Comunicación deriva de la palabra comuna -comunidad o hacer algo común-, según Skinner. Lo cual significa que se comparte la sensación o sentimiento entre interlocutores, lográndose una relación sincrónica, sintónica, que avanza gracias a las ideas compartidas con referencias similares, a ello se le denomina mapas mentales.
Respecto a esto, explica Goleman, la relación "yo-ello" funciona para los códigos éticos de muchas profesiones -cosa que está muy mal-. Y se da cuando se establecen normas para que los profesionales no se involucren emocionalmente con sus pacientes, aparentemente por ética, sin embargo, una persona que está a punto de morir o acaba de tener una operación complicada, ¿no necesita que su doctor comprenda su situación emocional?, en lugar de que entre a su habitación, y le pregunte fríamente si ha tenido gases o no, para luego retirarse, ¿no sería mejor que las enfermeras atiendan con mayor empatía a los pacientes en lugar de tratarlos como objetos que forman parte de su trabajo? ¿Y qué sucede con el psicólogo que detiene el relato del paciente justo cuando llega a la parte más emocional, sólo porque se terminó el tiempo de consulta?
En el cerebro actúa una zona relacionada con la empatía y el reconocimiento de emociones ajenas denominada corteza cingulada anterior, aquella que también funciona para reconocer cuándo estamos a punto de ser rechazados o abandonados. Opera como una alarma neuronal que detecta el peligroso rechazo, y alerta a otras partes del cerebro a reaccionar. Es decir, informa al cerebro de un posible daño emocional haciéndolo reaccionar con los mismos mecanismos, tal como lo haría, frente a una situación de posible daño físico.
La investigación sostenida por Matthew Lieberman y Naomi Eisenberger, de la UCLA, sostuvo que el cerebro reacciona ante el rechazo social o amoroso de la misma manera como lo hace frente a un dolor físico, y esto debido a la importancia que tuvo el reconocer eso para nuestros antepasados, puesto que, de no hacerlo, significaba su muerte, porque no se podía sobrevivir estando solo.
Actualmente ya no es así, el estar solo no significa la muerte, sin embargo esta zona que conecta las vías inferiores y superiores del cerebro, continúa actuando de la misma manera. Por tal motivo, se sostiene que el desamor, rechazo o abandono, duele.
Por ello, la comunicación sana, la relaciones "yo-tú", que en otras palabras son las comunicativas, evitan sentir dolor. Por eso -insistimos- la Ciencia de la Comunicación debe ser medicina, tal como lo es la Psicología.
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