¿Los niños más inteligentes mienten menos y hacen menos trampas?

Hemos decidido dedicarle un pequeño espacio de nuestra web a una publicación muy interesante del Dr. Paul Ekman, psicólogo social, titulada "Por qué mienten los niños (Cómo los padres pueden fomentar la sinceridad)" y reeditada con el nombre de "Cómo detectar mentiras en los niños", porque le dedica un capítulo que puede ser de interés a todos aquellos padres de familia y educadores que no comprenden el porqué unos niños utilizan la mentira con más frecuencia que otros.

En el capítulo 2 titulado "Por qué unos niños mienten más que otros" el autor presenta datos obtenidos por algunos estudios con niños acerca de la mentira, el engaño y los robos. Por ejemplo, analiza los resultados del estudio patrocinado por el Teachers College de la Universidad de Columbia en colaboración con el Instituto de Educación Social y Religiosa. La muestra fue de once mil niños de diecinueve escuelas, la mayoría cursaba entre el quinto y octavo curso, aunque también habían de noveno y duodécimo grado. Los investigadores fueron los psicólogos Hugh Hartshorne y Mark May. El objetivo era estudiar la mentira y el engaño. Las dinámicas consistían en soportar la tentación de hacer trampa en los exámenes, en las actuaciones atléticas y en los juegos colectivos, aparte de robar dinero.

El análisis de los resultados concluyó que los niños que hicieron trampa y luego mintieron sobre ello, tenían desventajas en sus relaciones familiares, en su entorno y en sus características personales. Se debe aclarar que el estudio también consideró el análisis del ambiente familiar, incluido el ingreso económico de los padres. A propósito de lo último, no se confirmó que los niños con menos recursos económicos son más mentirosos. Un niño que tiene padres con más recursos económicos puede tener serios problemas familiares, etc.
El autor presenta algunas interrogantes que todo padre de familia se hace en algún momento de la vida. Por ejemplo, ¿son los niños mentirosos menos inteligentes? Respecto a esto, sostiene -revisando la literatura del estudio antes mencionado- que los niños con un coeficiente más elevado, aparentemente, tienen menos necesidad de recurrir a la mentira o a hacer trampa para sobrepasar algún obstáculo, porque saben que tienen las facultades intelectuales necesarias para conseguir lo que desean sin necesidad de recurrir al engaño. Esta explicación no es exclusiva para los contextos académicos, también para aquellos donde se practican otras actividades menos razonadas y más mecánicas.
Sin embargo, esto no es garantía de que el niño no mienta, porque puede servirle, por el contrario, para estructurar mejor su historia. Una de las explicaciones de Hartshorne y May es que los niños más inteligentes son más cautelosos porque reconocen los riesgos más rápido que los de inteligencia inferior. Esto lo confirmó otro estudio, muy similar, en 1972 (citado por Charles D. Johnson y John Gormly en un artículo titulado "Academic Cheating", Developmental Psychology, 6 (1972), págs. 320 - 325), aquél tuvo una variante; en un salón, la oportunidad de hacer trampa era más sencilla. El resultado mostró que tanto los alumnos más inteligentes como los menos inteligentes, hicieron trampa. Ekman expone la idea de que los niños más inteligentes tal vez mientan mejor o que sus mentiras sean más difíciles de detectar. Incluso, en algunos casos, pueden ser más mentirosos que los menos inteligentes, porque saben que pueden salirse con la suya más fácil. Todo depende de la presión y otros factores cultivados en casa. 

Si su hijo se encuentra intelectualmente cercano a la media intelectual y lo presiona en exceso para que saque buenas notas sin darle algún tipo de orientación, lo único que hace es incitarlo a mentir o a hacer trampa.

A propósito de la frase subrayada, Ekman presenta un concepto psicológico al que llama el efecto halo/cuernos. En psicología se conoce como el "efecto halo" al hecho de que si se sabe algo bueno de una persona, es más probable que se piense que él o ella tenga otras características buenas. El autor presenta el siguiente ejemplo: "Si nos preguntaran si a la madre Teresa de Calculta le gustan los perritos, probablemente diríamos que sí.". Ekman le llama a esto el efecto "halo/cuernos", porque considera que funciona en ambas direcciones, positiva o negativa. Presenta el ejemplo: "Si le preguntaran si a Hiltler le gustaban los niños, diría que no.". Considera que el efecto halo/cuernos hace que nos desviemos en nuestras expectativas, lo cual nos hace suponer que alguien "malo" no puede hacer nada bueno. Esto puede contribuir de manera involuntaria con la mentira del niño más inteligente, porque no se va a sospechar de él. Contraria es la situación del niño con inteligencia inferior, si siempre obtiene malas notas y de pronto saca una buena nota, el padre, la madre o el docente pensará que hizo trampa.

Este efecto también pudo afectar a los científicos que analizaron los resultados de los estudios antes mencionados. Por eso la mejor fórmula para educar a los hijos es la comunicación. 
Share on Google Plus

Mensaje de OVO

Gracias por visitar nuestro sitio web. Si desea saber más de nosotros, le invitamos a continuar navegando en esta página para descubrir más de nuestros servicios. Buen día.
    Blogger Comment

0 comentarios:

Publicar un comentario