Cuando el amor es terco

No es recomendable iniciar una relación con alguien que, desde el primer momento, no transmite confianza. Sin embargo, las decisiones amorosas no son racionales, es nuestro organismo quien decide reaccionar ante el contacto, dejando de lado los pensamientos reflexivos.

¿Cuándo se es consciente de que la relación no funciona? Las relaciones inician dentro de una etapa denominada "limerencia", que es cuando uno siente placer por la pareja; se preocupa por arreglarse, acicalarse, mejorar todo lo que hace, etc. Luego de esta etapa viene el trabajo duro, porque hay que crear un vínculo amoroso. Para esto, la comunicación es determinante, porque ya no es suficiente el sentirse atraído. Ahora, hay que tener detalles, ceder en las peleas, tratar de cambiar defectos, prestar más atención en los diálogos, etc.
Nuestra especie ya no tiene como único objetivo de vida satisfacer necesidades primarias, hemos aprendido a crear nuevas metas que nos brindan felicidad y satisfacción, a pesar de que muchas de ellas van en contra de la evolución. Por ejemplo, dedicar la vida al intelectualismo, tomar la decisión de no tener muchos o ningún hijo, pensar más en el trabajo que en la pareja, etc.

La felicidad no tiene un concepto homogéneo, por tal motivo, la ciencia busca describirla como un proceso estándar que implica la interconexión de neuronas sin incluir aspectos o variables deterministas, sin embargo, esto no es problema para que el ser humano la describa acorde a su experiencia, y la busque durante toda la vida... Sin ser racionalista.

No existe una relación de pareja perfecta, no es recomendable temer a las discusiones o al expresar emociones, porque al hacerlo no desarrollan habilidades importantes en favor de la empatía y el vínculo amoroso. Debemos ser conscientes que el temor a quedarnos solos es herencia de la evolución, pero ello no significa que no se pueda anteponer algo de nuestra racionalidad cuando estamos ante un posible final. Tomar una decisión durante el tiempo de crisis es muy importante. Lo recomendable es ser consciente de lo que uno siente; por ejemplo: atender a la indecisión, porque significa que aún permanece el interés en la otra persona. Entonces, ¿por qué no volver a intentarlo?, pero con asesoramiento profesional.

Caso contrario, cuando aparece el desprecio (indiferencia) significa que todo se terminó. Las dudas se disipan, no hay vuelta atrás. Hay que tener mucho cuidado con el autoengaño, decir que a uno ya no le importa alguien, pero la conducta indica que sí... Ahí sí hay que realizar un trabajo más complejo.
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